Capítulo 3 - Arrebatadora inocencia - Catherine Brook

Capítulo 3.

Ajena a todo, Claire llegó con Lily a la casa de Kate, donde los sirvientes se movilizaban de un lado a otro limpiando los restos de la velada anterior.




- Buenos días, Selling - saludó al mayordomo de los Blane.

- Buenos días. señorita Lethood. La señorita Blane esta en el salón de música.

Claire le dedicó una sonrisa de agradecimiento y se dirigió con Lily al salón de música intentando esquivar a los criados que amenazaban con tumbarla.

Siendo tan amigas como eran, y conociendo ese lugar tan bien como su propia casa, Claire no necesitaba ser anunciada, ni tampoco que la guiaran, pues siempre era bienvenida en esa casa como Kate lo era en la suya, aunque su padre no se solía dar cuenta de su presencia.

El salón de musica, decorado en tonos oscuros, estaba bien iluminado, sobre todo por la luz que se filtraba a través de la puertaventana que daba a un sendero, que a su vez conducía a un pequeño jardín en donde ella y Kate siempre solían jugar por ser este uno de los lugares mas ocultos de la casa.

Kate estaba sentada frente al piano, tocando unas teclas que aun no lograban formar una melodía. Su amiga era muy buena con la música, tenía la voz de un ángel y en el piano nadie la igualaba, en lo referente a la costura, bordado o tejido era otra cosa, pues no tenía la paciencia suficiente para pasar horas sentadas bordando, prefería actividades mas entretenidas como montar a caballo, cosa que a ambas le encantaban, pero a excepción de eso eran muy diferentes en gustos. A Claire la música la odiaba por decirlo de alguna manera, el bordado se le daba bien pues tenía bastante paciencia, pero su actividad preferida era la pintura.

Kate se percató de la presencia de su amiga y le dedicó una sonrisa, vio a Lily a su lado y le dijo en tono conspirador.

- Anne esta en la cocina - inmediatamente la doncella partió hacia allá -¡y dile a la señora Woods que nos prepare unas galletas, estaremos en la terraza¡ - gritó

-Kate- dijo en un tono de autoridad fingido- me acaban de decir que las damas no gritan.

Kate rio mientras se dirigían a la terraza, sabiendo perfectamente de quién provenía esas palabras, pues varias veces ella también se llevo reprimendas de Lady Warwick, a pesar de todo le tenía mucho cariño.

- ¿Cómo se encuentra hoy tu tía? - preguntó al recordar que la noche pasada se sentía mal.

- Muy bien gracias - sonrió - no se sentía mal.

Kate frunció el ceño.

-¿Entonces porque se fueron?

Claire tardó un momento en responder pues en ese momento llegaron a la terraza y los recuerdos se agolparon en su mente volviendo de nuevo al misterioso hombre y preguntándose quien sería ¡¿por Dios es que no la iba a dejar en paz?!. Se obligó a concertarse en la conversación mientras tomaban asiento.

- Mi tía no deseaba seguir escuchando comentarios de sus compañeras - le confeso, entre ella y Kate no habían secretos, bueno casi, hablar con ella siempre le ayudaba.

-¿De qué hablaban?

Claire le explicó brevemente lo que le dijo su tía.

- Tonterías - replicó Kate una vez terminado el relato - tú no te quedaras soltera, encontraremos un marido que te ame y te aprecie.

El brillo de tristeza en los ojos de Claire daba a demostrar que la esperanza de eso no era muy alta.

- Kate eres muy romántica pero ambas sabemos...

- No, no - la interrumpió alzando la mano - a los 19 años estás, mejor dicho, estamos muy lejos de ser solteronas, encontraremos a alguien que nos ame, ya vas a ver.

- Te aseguro que tú sí pero...

- Tú también - insistió - tienes muchas cualidades y el que no las vea es un tonto.

- Lo dices porque me quieres como a una hermana.

Kate no tenía hermanas solo un hermano mayor Andrew, y para ella Claire era como su hermana.

- Lo digo porque te conozco - se obstinó - solo - se detuvo al ver que traían las galletas, y las colocaron en la mesita frente a ellas, ambas tomaron una y le dieron un mordisco, luego continuó - solo tienes que ser un poco mas sociable como lo eres conmigo.

- Sabes que no puedo - fue la triste respuesta.

Kate soltó un suspiro que se parecía más a un gruñido. Habían tenido esa conversación varias veces y no valía la pena tenerla de nuevo, ella entendía el miedo de su amiga a hablar con los demás, el miedo a ser criticada y rechazada pues toda su vida fue menospreciada, pero tenía que superarlo. La sociedad siempre buscaría de que hablar y todos alguna vez caían en boca de alguien más, era una manera de entretenerse. Por esa vez no insistió, pero ya hablarían en otra ocasión. Por ahora cambió de tema.

- Sabes, la señorita Wyclif se fugó a Gretna Green con el Señor Lambert. Sus padres casi mueren de un infarto, escuché que le estaban arreglando un matrimonio con un barón - apareció un brillo soñador en sus ojos - que romántico ¿no crees?, un amor prohibido que los lleva a hacer todo lo posible por estar juntos. Yo quiero algo así - suspiró

- En realidad - dijo Claire sonriendo - yo vine a hablar de ti ¿Cómo te fue anoche? Y quién era el apuesto caballero al que le concediste dos bailes.

- Ah, él - le quitó importancia con un ademán de mano- no recuerdo su nombre. Se los concedí porque se pegó a mi como una sanguijuela, y en realidad no me fue tan bien como crees, me duelen los pies - se quejó moviendo un poco el tobillo y haciendo una mueca al sentir dolor - la verdad preferiría haber estado sentada. Los caballeros no tienen consideración alguna con una, ¿no se les pasa por la cabeza que uno puede estar cansada?, no, por supuesto que no, de otra forma, no pidieran tantos bailes.

A Claire se le escapó una carcajada por la forma de expresarse de Kate.

- Solo desean cortejarte, deberías estar feliz de ser tan solicitada.

- Te aseguro que mis pies no están felices, ninguno se preocupó por ellos. Yo necesito a alguien que se preocupe por mí, que no se pase hablando todo el baile de lo grandioso que es, que no solo mencione mi belleza como si de Afrodita se tratara si no que me quiera por mis opiniones, por mi forma de ser ¿entiendes?

Sí, lo entendía, pues en parte era lo que ella deseaba , entendía que ambas deseaban el amor, pero la perspectiva se veía difícil.

- Entiendo - en tono de broma añadió - con esas perspectivas, ambas quedaremos solteras.

- Entonces terminaremos solteras con media docena de gatos - concluyó.

Ambas rieron a carcajadas y continuaron hablando por horas. Cuando Claire regresó a su casa, ya era casi la hora del almuerzo.

- ¿Tía que sucede?

Lady Warwick paseaba de un lado a otro del salón agitada, cuando se giró hacia ella su mirada destilaba preocupación.

- Ay mi niña, que bueno que llegaste, tu padre quiere hablar contigo.

Thomas Lethood había salido de la biblioteca poco después de que Lord Blaiford se marchara, y había preguntado por su hija. En ese momento, Miriam supo que algo no andaba bien. Cuando Lady Warwick le confesó que Claire no estaba en casa, le encargó  que la hiciera pasar apenas llegara, ahí,  confirmó ese presentimiento, algo no andaba bien. Por la cara de Claire supo que ella pensaba lo mismo.

"¿Y ahora qué?" pensó Claire. Su padre nunca la mandaba a llamar al menos que deseara regañarla, criticarla o... castigarla. Se estremeció de solo pensarlo, ella no había hecho nada, claro que su padre no se detenía a buscar razones cuando se trataba de descargar su mal humor con ella, pero de unos años para acá se había dedicado a ignorarla ¿Qué querría ahora?

-¿N- no sabes que desea tía? - tartamudeó por los nervios.

- No mi niña, tu padre solo me dijo que quería hablar contigo, justo después de que Lord Blaiford se fuera.

-¿Lord Blaiford?

- Sí, vino a ver a tu padre inmeditamente después de que tu salieras, ¿no te lo encontraste?

- No - respondió en voz baja casi ausente.

No sabía bien quien era Lord Blaiford, ni que podría haber hablado con su padre pero en esos momentos lo le imoortaba, su cabeza estaba ocupada intentando descifrar el motivo por el que su padre querría verla.

- Mi vida ¿quieres que te acompañe ?- le preguntó al verla pálida.

- Sabes que te correría, no te preocupes, estaré bien - la tranquilizó, aque ella no estuviera para nada tranquila.

Con una experiencia adoptada hace tantos años, Claire logró poner una expresión neutra en su cara, se irguió todo lo que pudo y con paso firme se dirigió a la biblioteca y tocó la puerta.

- Adelante - se escuchó decir a una voz profunda adentro.

La biblioteca estaba en penumbras, solo iluminada por la pequeña luz que se filtraba a través de las cortinas cerradas, y unas velas cerca del escritorio donde trabajaba su padre.

No sabía como su padre trabajaba así. Se preguntó si habría descubierto las cortinas para que entrara más luz cuando vino Lord Blaiford, supuso que sí,  pues seguro quiso causar buena impresión.

El hecho era que el aspecto de la biblioteca solo servía para complementar el ambiente de tensión y miedo que Claire sentía, pero que se obligó a ocultar. Con paso decidido se dirigió a su padre y preguntó.

-¿Deseaba verme padre? - intentó que no le temblara la voz.

Él alzó la vista de los papeles que estaba revisando y su rostro quedó bañado por la luz de las velas, que acentuaba más la frialdad de sus ojos café. Su la miraban con ese inexplicable odio que nunca entendió,  pero al que estaba acostumbrada.

- Sí - la voz profunda resonó en el silencio de la biblioteca, en sus labios se formó una mueca que se suponía debía ser una sonrisa, mientras en sus ojos había un brillo de satisfacción que a Claire le causó escalofríos - al fin me libraré de tí - esas palabras no sonaban bien y Claire tenía miedo de escuchar lo que venía - en menos de un mes, contraerás matrimonio.

Los ojos se le abrieron como paltos por el asombro. No podía ser, no podía haber escuchado bien.

"Matrimonio".

La palabra no dejaba de dar vueltas en su cabeza. De todas las razones que pasaron por su mente en el momento en que entró en la biblioteca, esa era la que menos esperaba, pero no por eso la que más le agradaba ¿con qué tipo de hombre se había atrevido a comprometerla su padre? Solo de pensar en los posibles candidatos,  se le ponía la piel de gallina. Su mente no dejaba de formular preguntas, pero ninguna de ellas lograba salir de su boca. ¿Sería ese hombre tan malo como su padre? ¿Sería viejo? ¿Sería uno de sus amigos? Miles de cosas pasaban por su cabeza, y ninguna de ellas muy agradables.

- Matrimonio - fue lo único que pudo murmurar, sabía que su padre la podría comprometer algún día, pero no estaba preparada para ello. Todavía no se le venía a la mente el posible novio, cuando, de repente una idea cruzó su mente ¿sería posible?

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