Capítulo 2 - Arrebatadora inocencia - Catherine Brook

Capítulo 2.

La luz del sol que se filtraba por la ventana despertó a Claire, quien, después de llevar a cabo la difícil tarea de desperezarse, se vistió con un sencillo vestido de muselina verde y se recogió el cabello con una cinta para bajar a desayunar.



En el comedor, solo se encontraba su tía, que en ese momento tomaba una taza de café. Su padre debió haber desayunado temprano, como siempre. Normalmente se lo encontraban y desayunaban juntos en un incómodo silencio, pero ese día ambas se pararon más tarde por la desvelada de la noche anterior.

A Thomas Lethood no le gustaban las veladas, decía que eran una perdida de tiempo,  por ello siempre se encerraba amargado en la biblioteca.

-Buenos días - saludó Claire mientras se sentaba.

- Buenos días, cariño - contestó su tía mientras untaba mermelada en una tostada.

Uno de los críados le trajo a Clair una taza de café mientras esta se servía un poco de fruta.

- ¿Cómo dormiste?

- Bien tía, gracias ¿Y usted?

- Muy bien, Claire ¿Qué forma de comer es esa? - dijo al darse cuenta de que su sobrina engullía varios bocados de comida a la vez, masticándolos rápido - te vas a atragantar, y las damas no comen así.

- Lo siento tía - se disculpó una vez hubo tragado - es que voy a ver a Katherine.

- Estoy segura que a la señorita Blane no le molestara esperarte unos minutos mientras terminas tu desayuno - afirmó suavemente.

- Está bien - dijo y empezó a comer más despacio.

Una vez terminado el desayuno, Claire se levantó y se alisó los pliegues del vestido.

- ¡Lily date prisa si quieres ir a hablar con Anne¡- gritó cerca de las escaleras para ser oída en el piso de arriba - y me traes mi sombrero, por favor.

- ¡Claire! Las damas no gritan - la reprendió su tía.

Era obvio que su sobrina necesitaba otras clases de etiqueta.

Claire le dirigió una sonrisa.

- Lo siento tía, sabes que jamás lo haría en público.

Lily bajaba en ese momento con el sombrero de su señora a juego con el vestido, estaba tan impaciente como Claire por ir a casa de Kate, pues la doncella de esta, Anne, era muy amiga de Lily, y cuando se juntaban hacían lo que mejor sabían hacer, chismear.

Cuando Lily terminó de bajar las escaleras y le entregó el sombrero a Claire, esta se lo puso rápidamente haciendo que unos risos se le escaparan y le enmarcaran la cara. Junta caminaron, o mejor dicho, trotaron hacia la puerta principal.

- ¡Claire¡ - la detuvo Lady Warwick - las...

- Sí,  ya lo sé tía - interrumpió - las damas no corren como caballos desbocados, hasta pronto tía - se despidió y salió.

- Tampoco interrumpen cuando alguien más hablar - murmuró Lady Warwixk, después sonrió, si su sobrina utilizara esa vivacidad con los demás, ya estuviera casada.

Su mayor deseo era verla feliz, casada con un hombre que la amara y apreciara como se merecía. Dios quisiera que pudiera ser así.

Impacientes por llegar a su destino, las dos mujeres salieron tan rápido que no divisaron el carruaje que acababa de llegar.

Brandon las observó las mujeres alejarse desde su carruaje. Iban caminando tan rápido que se podría decir que corrían. La escena le causó gracia. La señorita Lethood corría adelante mientras su doncella trataba de igualarle el paso, parecían dos niñas, tan vivaces y alegres. Por un momento, dudó de la primera impresión que tuvo de Claire, pues esa que mujer que veía alejarse no se parecía en nada a la tranquila muchacha que él esperó; pero pronto esas dudas se evaporaron, todo el mundo sabía que la señorita Lethood no cruzaba palabra con nadie, era sumisa y tímida, justo lo que él necesitaba.

Rio al recodar la conversación con su madre al respecto esa mañana en el desayuno.

- ¿Por qué ella? - había preguntado su madre después de recibir la noticia de que su hijo pensaba pedir la mano de la señorita Lethood.

- ¿Por qué no? - replicó él - me insistes todo el tiempo en que busque una esposa.

-Sí, pero ella..., mucha damas se morirían por ser tus esposas - dijo tratando de hacerle ver - damas de sangre azul. Las mujeres de la flor y nata de la sociedad londinense se disputarían porque alguna de ellas se pudiera convertir en tu mujer. Damas excepcionalmente hermosas.

- La señorita Lethood no es precisamente fea.

- Hay millones más bonitas - insistió.

- Dime que objeciones le pones. Tal vez no sea de sangre azul, pero es de buena familia, adinerada, ha recibido buena educación.

- Eso último no lo podemos constatar, pues no habla con nadie para saberlo - objetó su madre - es posible que no hable con nadie para ocultar su mala educación.

- Vamos madre - dijo Brandon calmadamente - ambos sabemos que si recibió buena educación, solo es un poco tímida, además, es sobrina de Lady Warwick la viuda del Vizconde Warwick - observó, para ver si su madre ponía menos objeciones, desgraciadamente no tuvo tanto suerte.

- Un vizconde que perdió todo en el juego - de repente al recordar las otras palabras de su hijo se le aclaró la mente - ¿tímida has dicho?, ¡Claro! Con razón la has elegido, ves en ella a la mujer perfecta que, siendo sumisa, pasará por alto todas tus infidelidades. Utilizarás a esa pobre muchacha. La harás estar en boca de todo el mundo, mientras ella hace como si no sucediera nada - lo fulminó con la mirada - ¡que decepción!

Sabía que su madre jamás lo aprobaría, pues su matrimonio fue por amor y su padre siempre la respetó, pero el tenía sus motivos y no los podía decir.

- Madre, muchos hombres tienen amantes después de casados - era lo único que se ocurría en su defensa. Su madre lo estaba haciendo sentir culpable, y eso no le gustaba.

- Pero tu seguro no te conformaras con una, tu vas tras medio Londres.

- Diciéndolo así me haces parecer un monstruo cuando en realidad todos hombres lo hacen - "y algunas mujeres" pensó recordando a sus antiguas amantes.

- No todos, tu padre nunca me engañó - lo desmintió.

- Porque él te amaba pero... - alzó una mano al ver que lo iba a interrumpir - pero como me has estado insistiendo últimamente en que me case, y yo soy un buen hijo que quiere complacer a su madre y es consciente de sus responsabilidades,  no tengo tiempo de buscar el amor.

La verdad era que él no creían en el amor, a pesar del que se habían profesado sus padres, para él, el amor era un sentimiento absurdo que volvía a las personas ciegas, haciéndoles perder todo rastro de razón, lo sabía por experiencia propia. Hace años estuvo comprometido con una "señorita" de la alta sociedad, nadie mas que tres personas sabían el motivo por el que se rompió el compromiso. Sus padres objetaron por supuesto,  pero con el tiempo no volvieron a preguntar, y los chismes  causados por semejante escándalo pronto cesaron. No obstante, a él la experiencia le había dejado una valiosa lección que haría bien en no olvidar.

Brandon descubrió que era mejor estar solo, así podía disfrutar de la vida, sin poner en riesgo su corazón, pero ahora iba a tener que casarse y mejor que fuera con alguien que no lo hiciera saber de su presencia.

- No te atrevas a echarme la culpa - lo reprendió su madre por su comentario - solo hago lo que creo correcto y con esa actitud no creo que llegues a enamorarte nunca.

- ¡Bueno ya basta! - se paró molesto, y golpeó la mesa con el puño sobresaltando a su madre - me casaré con la señorita Lethood, la desición está tomada.

La viuda Blaiford suspiró resignada.

- Estaba bien, pero te advierto que haré todo lo posible para integrarla en sociedad, como futura condesa, deberá aprender a relacionarse.

- No la cambies mucho o arruinará mis planes - hizo una reverencia a su madre a modo de despedida y se fue.

- Ojala te llevaras una sorpresa - murmuró la condesa, todavía en desacuerdo con el plan.

Frunció el ceño un momento por las palabras de su madre, pero recupero la compostura y decidido, bajó del carruaje.

La puerta le fue abierta por un mayordomo alto y delgado, de unos 60 años a quien Brandon le entregó su tarjeta de visita. El mayordomo recogió su sombrero y abrigo y lo condujo a una pequeña sala de donde venía saliendo Lady Warwick.

- Lord Blaiford - logró decir la mujer haciendo una reverencia. Sus ojos brillaban con confusión. Conocía al conde de vista, y habían cruzado algunas palabras, pero no tenía ni idea de que podía hacer ahí, que ella supiese no teñía negocios con su cuñado.

- Lady Warwick - inclinó la cabeza a modo de saludo - espero se encuentre usted bien.

- Excelente gracias - el mayordomo fue a avisar a su señor de la presencia de la visita mientras Lady Warwick acompañaba a Brandon a la salita - yo también deseo que usted goce de buena salud.

- Muy buena, gracias.

- Siéntese por favor - señaló el mueble detrás de él - ¿se puede saber a que debemos el honor de su visita?

- He venido a tratar un asunto con el señor Lethood.

Estaba claro que no pensaba decir más y hubiera sido una imprudencia por parte de Mirian preguntar para que deseaba ver a su cuñado. Decepcionada por no tener mas información, decidió cambiar de tema.

- Que clima tan agradable ha estado haciendo últimamente ¿no cree?

- Efectivamente, muy agradable.

- ¿Cómo se encuentra la condesa viuda?

- Mi madre goza de excelente salud, gracias por preguntar, de hecho, está pasando un temporada conmigo en estos momentos.

- Me alegro.

Wilmolt, el mayordomo, los salvó de tan incómoda conversación al regresar con la respuesta del Señor.

- El señor lo recibirá ahora Lord Blaiford.

- Buenos días Lady Warwick - se despidió con una inclinación de cabeza.

Wilmolt lo guió hasta la biblioteca donde Thomas Lethood lo estaba esperando.

- Lord Blaiford, bienvenido - lo saludó y dirigiéndose a Wilmolt dijo - puede retirarse.

- ¿Desea un poco de Brandy? - preguntó una vez se hubo retirado el mayordomo.

- Por favor.

Thomas caminó hasta una estantería situada al otro extremo de la biblioteca, sirvió dos copas de Brandy y le entregó una a Brandon.

- Dígame Lord Blaiford - caminó hasta su escritorio y se sentó, invitando con la mano a Brandon para que usara la silla de enfrente - ¿a que debo el placer de su visita?

Thomas Lethood era un hombre robusto, cuya presencia inspiraría miedo a muchos; era una suerte que Brandon no fuera de los que se dejaba intimidar. Tendría alrededor de cincuenta años y su cabello estaba teñido de canas. Sus ojos café mostraban frialdad, había algo en ese hombre que no le gustaba en absoluto, con un padre así no le extrañaba que la pobre muchacha fuera tímida.

- Iré al grano señor Lethood- hizo una pausa para tomar un sorbo de Brandy y prosiguió - quiero pedir la mano de su hija.

Thomas casi se atraganta con el Brandy, sus ojos abandonaron un momento su frialdad habitual para mostrar diversas emociones que Brandon no supo descifrar bien, ¿sorpresa?, ¿confusión?, ¿alegría?.

Thomas no sabía que pensar, la mano de Claire, ¡pedía la mano de Claire! ¿Por qué? ¿Tendría problemas económicos y necesitaba la dote?, era la única razón que se le ocurría para que quisiera casarse con su insípida hija, si esa era la razón o no, tampoco le importaba, al fin se libraría de esa mocosa que nada más estorbaba. Él siempre deseó un hijo varón que siguiera sus pasos y la inútil de su esposa no se lo pudo dar. Con Claire lejos, se le haría mas fácil poner en marcha sus planes. Ya tenía a la candidata perfecta para convertirla en su esposa, pronto arreglaría el trato con sus padre y con Claire fuera de su vida sería más sencill,o pues no habría muchacha con la que cargar. Por ella siempre se le hizo difícil encontrar a una mujer, aunque muchas se sentían atraídas por su dinero, pocas estaban dispuestas a tolerar una hija, o al menos, Thomas creía que era por eso; ya que por la cabeza no se le pasaba que su mal carácter espantaba a muchas candidatas.

- Lord Blaiford, esta si que es una sorpresa- no disimuló en lo mas mínimo su entusiasmo - me complace infinitamente que haya deseado tomar a mi hija por esposa.

- ¿Eso es un sí ?

- Por supuesto - confirmó.

Pasaron un rato hablando de los detalles, Brandon no se preguntó si la novia estaría dispuesta o no, pues suponía que si ¿Qué mujer no desearía convertirse en condesa?

En el salón Lady Warwick se debatía entre ir a investigar o quedarse donde estaba. Nunca fue chismosa, por supuesto que no, pero la curiosidad la estaba matando, ¿Qué haría un hombre como Lord Blaiford con Thomas Lethood? Hablarían de negocios quizás. Sí, eso era lo mas probable, ella no tenía nada que hacer escuchando conversación de negocios. Pero ¿y si no era de eso de lo que hablaban?, no podía mas, se supone que una dama no debe espiar, es de mala educación, pero ya no aguantaba, "solo un momento" se dijo.

Se dirigió a la biblioteca, pero cuando llegaba,  regresó en sus pasos ¿y si la descubrían? Sería una vergüenza. Aunque seguro sentiría los pasos dirigirse a la salida, y podría irse antes de ser descubierta. Justo cuando se iba a encaminar de nuevo a la biblioteca, Lord Blaiford salió, inclinó la cabeza a modo de despedida, tomó el sombrero y el abrigo que Wilmolt le ofrecía, y salió de la residencia con lo que a Lady Warwick le pareció un brillo de satisfacción en los ojos

Comentarios

Entradas populares de este blog

Arrebatadora inocencia - Catherine Brook.

Novelas Catherine Brook

Arrastrada hacia el altar - Catherine Brook.